FRANCESCA WOODMAN : MIRADA INQUIETANTE, DESAFIANTE Y TRASCENDENTAL
Una mente atormentada que plasmaba sus demonios a través de su arte, sus obras fotográficas expresaban la inmensa complejidad de su cuerpo, mente y alma, hasta que el 19 de enero de 1981 la fotografía, su arte deja de ser suficiente y decide poner fin a su existencia.
Anotación del diario de Francesca Woodman: “Esta tarde no estoy tan satisfecha. No me asustan las cuestiones reales, solo me asustan las cosas que tengo dentro de mi cabeza”.
El arte de Woodman fue un acto revelador, de creación y descubrimiento, en donde sus pensamientos se encerraban en su creación, en las imágenes de su mente que buscaban salir, expresarse, manifestarte. Su obra fue tan personal que al ver sus fotografías podías sentir la melancolía, el cuestionamiento de sus ideas, su confusión ante la vida y su libertad de expresarse a través de su cuerpo. Su sensualidad era un acto que reflejaba su capacidad amplia de pensamiento y compromiso hacia ella misma , sus emociones y las imágenes que transcurrían en su cabeza.

Foto: Francesca Woodman
George Lange compañero de clase de Francesca en 1976 se expresa de la obra de Woodman: Vivía su arte, era la viva imagen de lo que hacía. El arte hablaba por su boca. Sus fotos, entre las que estaban ya algunas de las más famosas de su corta carrera, eran casi siempre las mejores de toda la clase. A mí me alucinaban.

Francesca Woodman trabajando en su estudio. Foto: George Lange.
Su cuerpo, el gran protagonista de su obra remonta a un descubrimiento sobre la feminidad que en ese entonces era difícil de concebir. En sus fotografías trasmite un desafío con ella misma y su entorno, planteando un halo de misterio en torno a la esencia de la mujer y un cuestionamiento a partir de ello.
La activista feminista Abigail Solomon-Godeau, quien destaca la preocupación de Woodman por el cuerpo de la mujer y su posible interés por reflejar la dicotomía sujeto-objeto como una reivindicación llena de matices de la figura de la mujer.



Foto: Francesca Woodman
La gente cercana a Woodman la describía como una mujer excéntrica, brillante, carismática, muy teatral y fuerte, pese a que jugaba a ser frágil o solo a través de su arte mostraba su vulnerabilidad y emoción ante la vida.
Muchas personas cuestionan su obsesión por autorretratarse, pero más que un signo de refugio o inseguridad, tal vez era su cuerpo el instrumento para explorar todos los límites que la fotografía podía imponer en ella, una manera de descubrirse a si misma para así descubrir su verdadera esencia.
Anotación de Francesca en su diario: “Me siento como si flotara en plasma. Necesito un profesor, o un amante. Necesito alguien que corra el riesgo de involucrarse conmigo. Soy tan vanidosa y masoquista… ¿Cómo pueden coexistir ambos rasgos?”

Foto: Francesca Woodman
Woodman paso por un momento en su vida en el se encontraba insatisfecha y totalmente devastada ,sus fotografías no tenían el impacto que ella quería; ella las describía como insuficientes. En ese momento se dio cuenta de lo difícil que era ser artista.
La transformación era un rasgo que caracterizaba sus obras, en donde mostraba una inquietud por manifestarse de otra manera, de crear un imagen diferente a lo cotidiano. Su cuerpo emergía de las paredes, como una metáfora relacionada con la metamorfosis; ella se hundía o se convertía en tapiz, fondo, o incluso en nada.

Foto: Francesca Woodman

Foto: Francesca Woodman
El movimiento en sus fotografías era una característica esencial; eran bruscas pero al mismo tiempo definidas, no perdían ese placer de seguir mirándolas. Era obvio el trabajo previo en sus imágenes y la intensa emocionalidad que plasmaba en ellas.
La construcción de sus imágenes a través de sus fondos y espacios construían una narrativa visual excelente y un tanto surrealista. Cada elemento construye una idea previa o tal vez no, pero logra que cuestiones e intentes descifrar los ángulos, la composición de elementos visuales y la intención de la artista, que sin duda plasma la complejidad del tiempo y su movimiento.

Foto: Francesca Woodman

Foto: Francesca Woodman
La primera vez que Franscesca intento suicidarse no lo logró pero tenía claro que el acto de la vida era más que un acto físico.
Anotación en el diario de Francesca: “Querido diario. Tras tres semanas pensándolo, al final conseguí intentar acabar con mi vida tan cuidadosa y concisamente como fuera posible. Soy muy exigente, y mi vida en este momento es como un poso viejo de café, y preferiría morir joven dejando algunos logros, algún trabajo, mi amistad contigo y algún otro elemento intacto en vez de borrar sin orden ni concierto todas estas cosas delicadas”.
A pesar de ser descrita como una mujer feliz, viva bajo mucha presión que ella misma se ponía, todas sus fotos buscan algo similar: la perfección o la aceptación de ella misma. Es por eso que poco a poco comenzó a perderle sentido a su existencia pero más que algo dramático ella busca tener un impacto, una trascendencia y eso solo lo lograría a través de sus fotografías.
Anotación en el diario de Francesca: “Me veo a mí misma caer poco a poco cada día. No sé si podré aguantar otro año de fraudes”.

Foto: Francesca Woodman
Última entrada de Francesca en su diario. 19 de enero de 1981: “Esta acción que preveo no tiene nada que ver con un melodrama. Yo era, ¿soy?, no única, pero sí especial. Por eso era artista. Inventaba un lenguaje para que las personas vieran las cosas cotidianas como yo las veo y enseñarles algo diferente. Pero no hay nada que hacer si no puedo tomar la gran ciudad, o pierdo la confianza o pierdo mi corazón. No hay que dar lecciones a otros, solo el otro lado”.
Francesca Woodman se quito la vida física pero sus imágenes siguen trascendiendo, su trabajo impacta y sigue siendo un medio de análisis e interpretación de la mente de una mujer llena de ideas, con ideales bien arraigados y sobretodo con un compromiso enorme hacia su arte: la fotografía.